Un reciente estudio nos ha desvelado las asombrosas características de las salamandras ciegas denominadas olm.
Una investigación ha escaneado las cabezas de las salamandras ciegas que viven en las cuevas, tras el propósito de averiguar cómo un ambiente acuático oscuro ha influido en el comportamiento de la especie.
Los investigadores utilizaron una tomografía microcomputarizada de rayos X, y realizaron el diseño interno mapeado de las estructuras craneales de una salamandra conocida como olm. Se mapeó el cerebro, los órganos olfativos, las orejas, los músculos faciales y lo que les queda de los ojos. Los resultados fueron realmente sorprendentes.
Unos datos de la salamandra
Proteus anguinus (conocida como olm) es una salamandra que vive en el medio acuático. Es delgada, de unos treinta centímetros de largo y originaria del sur de Europa. Fue descrita por primera vez por un naturalista esloveno del siglo XVII, indicó que existía la creencia de que descendía de los dragones.
Esta salamandra de color carne puede llegar a vivir hasta cien años. Su cabeza alargada contrasta con unos brazos pequeños; puede dar la impresión de ser una especie de serpiente. Su anatomía es el resultado del troglomorfismo, propio de las especies que viven en cavernas y que se adaptan a la oscuridad más absoluta.
No tan ciegas
El olm no es ciego del todo. Las larvas nacen con ojos, pero van retrocediendo poco después de la eclosión. Los ojos vestigiales de los adultos siguen sensibles a la luz, aunque están debajo de la piel. Su visión, por tanto, es muy limitada, pero sus sentidos del olfato y del oído están muy desarrollados.
El equipo de investigadores escaneó las cabezas del olm y de uno de sus parientes. Se hizo en diversas etapas del desarrollo; así se compararon las diferencias anatómicas. Las larvas y ejemplares juveniles demostraron tener ojos remanentes, pero los adultos tenían ojos vestigiales y sus nervios ópticos eran demasiado débiles para aparecer en los escaneos.
Otras características asombrosas
Las cavidades olfatorias del olm aparecen alargadas si las comparamos con las del ajolote que vive en la superficie. Esto es una prueba de que su sentido del olfato mejoró a medida que disminuía su vista. Otros sentidos del olm, como puedan ser la electrosensibilidad o su capacidad para detectar la variación de presión en el agua, todavía no han sido analizados en profundidad.
Los escáneres no han desvelado los mecanismos que llevan a la salamandra olm a regenerarse. De la misma forma que lo hace el ajolote, el olm puede regenerar partes del cuerpo, algo muy interesante cara a futuros avances en el campo de la medicina.
Los modelos 3D serán ideales para investigar las respuestas de comportamiento en relación con señales químicas, frecuencias auditivas o emisión de señales.
El autor del estudio es Edgardo Mauri, investigador del Speleovivarium Erwin Pichl en Trieste. El artículo se publica en GigaScience.
El genoma del ajolote se completó en 2019, pero los conocimientos sobre el olm son mucho más limitados. Este nuevo estudio abre la posibilidad de avanzar en esa limitación.