Son muchos los mitos que existen entorno a las enfermedades reumáticas, la mayor parte de ellos falsos y contraproducentes.
Quién no ha oído hablar de las enfermedades reumáticas, ha padecido alguna de sus variantes o conoce a alguien que las sufre. Por desgracia, son muchas las personas que saben de esta terrible dolencia, lo que ha contribuido a la proliferación de multitud de mitos, muchos de ellos infundados.
Con la intención de esclarecerlos, la doctora Montserrat Romera Baures, especialista en Reumatología en el Hospital Universitario de Bellvitse (Barcelona) y miembro de la junta directiva de la Sociedad Española de Reumatología, señaló diez creencias erróneas en las que se suele incurrir a la hora de hablar de las enfermedades reumáticas. Son las siguientes:
1. «Tengo reuma»
Esta frase es incorrecta, ya que el «reuma» no existe. Por el contrario, se conocen 250 enfermedades reumáticas, por lo que “reuma” no es un diagnóstico correcto. Habrá que conocer la patología concreta para determinar el tratamiento adecuado.
2. «Las enfermedades reumáticas se dan sólo en la tercera edad»
No es cierto. Las enfermedades reumáticas se dan también en niños, adolescentes y jóvenes. Ejemplos concretos son la artritis crónica juvenil, el lupus o la artritis psoriásica.
3. «Son causadas por el clima»
Tampoco es cierto que el frío cause las enfermedades reumáticas, ya que también se dan en zonas cálidas del planeta. A pesar de lo dicho, sí que es correcto decir que con los cambios climáticos se originan cambios en la presión atmosférica, y que estos pueden afectar a las articulaciones y dar la sensación de que duelen más.
4. «Las enfermedades reumáticas se heredan»
No se puede afirmar que las enfermedades reumáticas tengan un componente hereditario. Nosotros tenemos componentes genéticos que se dan más en unas enfermedades que en otras, por lo que puede que haya antecedentes familiares o puede que no.
5. «Sólo afectan a los huesos y a las articulaciones»
Si bien es cierto que la mayor parte de las enfermedades reumáticas afectan a las articulaciones, también afectan a los tendones y a los ligamentos. Otras muchas son sistémicas, y se asocian a problemas en los ojos, en la piel, en los riñones, en los pulmones e incluso en el corazón.
6. «Las enfermedades reumáticas no tienen cura»
La mayoría no la tienen, pero otras, como la tendinitis, sí. Por eso resulta primordial el diagnóstico precoz y controlarlas con la intención de evitar destrucciones articulares irreversibles.
No hay que resignarse al dolor y a la inflamación, ya que existen muchos fármacos nuevos que pueden garantizar la calidad de vida.
7. «Mejor usar remedios caseros para combatirlas»
La aseveración no es acertada porque, ante todo, hay que evitar auto medicarse. Sí que es cierto que todos los fármacos tienen efectos secundarios, pero la Agencia Española del Medicamento retira del consumo aquellos que nos son perjudiciales.
La clave está en los controles médicos y en los análisis periódicos.
8. «Se relacionan con los trabajos manuales»
Suele ocurrir que una sobrecarga sobre la articulación puede conllevar el desarrollo de una mayor artrosis, pero esto no sucede con la totalidad de las 250 enfermedades reumáticas. Un buen ejemplo lo tenemos cuando aparecen en los niños, que no hacen esfuerzos continuados de más.
9. «Las enfermedades reumáticas no pueden prevenirse»
Depende del tipo de enfermedad. Así, la osteoporosis sí se puede prevenir porque, más que una enfermedad, es un factor de riesgo de fractura.
Una buena prevención consiste en realizar ejercicio físico para fortalecer la musculatura, evitando una mayor sobrecarga cuando padecemos artrosis. Por otra parte, si evitamos el tabaco estaremos previniendo enfermedades como la artritis reumatoide o el lupus, altamente asociadas a su consumo.
10. «Impiden la realización de ejercicio físico»
Todo lo contrario. Muchas enfermedades reumáticas mejoran con la realización de ejercicio físico.
Por supuesto, la moderación y la coherencia son siempre fundamentales, tan sólo hay que buscar el ejercicio que se adapte mejor a cada caso. Incluso el lumbago puede retrasar su recuperación con el excesivo reposo, dado que la inmovilización puede provocar osteoporosis.