La enfermedad de la bofetada

Es conocido que la enfermedad de la bofetada se da en muchos niños, pero en la mayoría de los casos no implica mayores riesgos que unos síntomas muy leves.

El eritema infeccioso, también conocido como «la quinta enfermedad» o «la enfermedad de la bofetada», suele darse en niños de entre cinco y 15 años, siendo su síntoma más característico un enrojecimiento de las mejillas, muy similar al producido por una bofetada.

En una etapa posterior, la erupción se extiende por todo el cuerpo, incluyendo los brazos y las piernas, pero no afecta a las plantas de las manos y pies.

Origen vírico

Es una enfermedad vírica provocada por el parvovirus B19, que sólo puede transmitirse entre humanos. Aproximadamente un 60% de las personas adultas han padecido esta infección, aunque muchas no lo recuerdan porque es habitual no experimentar síntomas externos o, en caso de tenerlos, estos ser muy leves.

A pesar de que los brotes de parvovirus pueden darse durante todo el año, los momentos más proclives suelen ser a finales del invierno y al comienzo de la primavera.

Una sintomatología muy característica

El eritema infeccioso suele comenzar con febrícula, dolor de cabeza y otros síntomas catarrales que, con el transcurso de unos días, remiten y dan paso a una erupción cutánea en las mejillas, de un color rojo intenso.

Después, está erupción se irá extendiendo, paulatinamente y en orden descendente, por el cuerpo del niño, los brazos y las piernas, aunque en estas zonas la pigmentación roja será mucho menos fuerte. A medida que la parte central de las manchas se empieza a aclarar, la erupción se parchea, y se parece a las marcas que deja una redecilla.

La erupción no suele producir picores ni fiebre, y suele desaparecer a las dos o tres semanas de presentarse. Sin embargo, hay agentes externos, como puedan ser la luz solar, el calor o el estrés, que pueden reavivar las manchas antes de que desaparezcan por completo, dando la sensación de que, por momentos, se empeora.

Formas de contagio

La infección sólo puede contagiarse durante el periodo de incubación; es decir, desde que se contrae hasta que aparecen las primeras manchas, por lo que ya no es contagiosa cuando brotan las erupciones. Esto es así porque las manchas, como reacción del sistema inmunitario, sólo se producen cuando se ha vencido al virus.

El contagio se realiza a través de fluidos infectados procedentes de la nariz, de la boca o de la garganta, normalmente cuando el niño que es portador del virus tose o estornuda, aunque también se produce cuando se comparten vasos o cubiertos.

En cuanto al riesgo de contagio, existen un 50% de posibilidades de que el niño infectado contagie a los miembros de la familia que convivan en la misma casa, y un 60% de posibilidades de que contagie a compañeros de clase. Una vez contraído el parvovirus B19, el organismo se vuelve inmune, por lo que no se volverá a padecer la enfermedad.

En lo que se refiere a las mujeres embarazadas, puede resultar peligroso que contraigan la infección, sobre todo en la primera mitad del embarazo. Esto es así porque el feto puede desarrollar una grave anemia y ésta puede hacer peligrar su vida. Por suerte, estos casos de alto riesgo sólo se dan en el 5% de las mujeres embarazadas que contraen la enfermedad.

La prevención es complicada

No existe ninguna vacuna contra el eritema infeccioso, y es muy difícil prevenir la enfermedad aislando al enfermo cuando aparecen las erupciones cutáneas, ya que en ese momento el riesgo de contagio es nulo.

Al ser una infección vírica, no puede tratarse con los antibióticos que se utilizan para combatir las infecciones de origen bacteriano. En cuanto a los medicamentos antivirales, en la actualidad ninguno sirve para tratar el eritema infeccioso, que en la mayoría de los casos suele ser una afección tan leve que no requiere de tratamiento medicamentoso.

El periodo de incubación suele durar entre 4 y 28 días, con un promedio de 16 a 17 días. Las erupciones suelen estar presentes de dos a tres semanas.

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