La ESA ha reconoció en un comunicado que el pasado mes de enero se hizo el seguimiento a un asteroide, se temía que pudiese impactar contra la Tierra.
Sucedió hace algo más de un mes. Todo parecía muy tranquilo, pero un equipo de científicos de la Agencia Espacial Europea (ESA) comenzó enero envuelto en la incertidumbre. No dijeron nada, aunque estaban alertados por el posible impacto de un asteroide de 70 metros. Podía haber causado importantes daños en la Tierra.
La preocupación inicial
Se esperaba el impacto para el 4 de julio de 2023, y el seguimiento del asteroide comenzó con su hallazgo, el 6 de enero de 2022. Lo cierto es que no quedaba margen de tiempo para desviarlo.
La única opción hubiese sido calcular la zona exacta del impacto y evacuarla, pero se necesitaban más detalles, por lo que siguieron investigando al asteroide.
Lo peor fue que la Luna, de forma inoportuna, se interpuso en la línea visual y eclipsó la observación del objeto. Los científicos reconocieron en un comunicado que fue «una semana dramática en la oscuridad».
Cuando nuestro satélite permitió las observaciones de los telescopios, se respiró con tranquilidad al comprobarse que el asteroide, ese día 23 de julio, pasará cerca de la Tierra, pero no impactará. Los científicos sacaron al asteroide (conocido como 2022 AE1) de su listado de objetos cercanos a la Tierra (NEO), una serie de objetos que son sometidos a una observación continuada.
Todo quedó en un susto
Todo comenzó el 6 de enero de 2022, día de regalos y de roscón. Los científicos del Centro de Coordinación de Objetos Cercanos a la Tierra (NEOCC) de la ESA, estaban estudiando los datos que les llegaban desde diversos telescopios cuando se encontraron con algo sorprendente.
Era un objeto que procedía del cinturón de asteroides. Su trayectoria parecía que amenazaba con una colisión contra la Tierra. Se calculó que el posible impacto podría tener lugar el 4 de julio de 2023.
Se le dio un nivel -1,5 en la escala de Palermo. Ésta se usa para medir el índice de peligrosidad de un NEO. Si está por debajo de -2, el objeto no es potencialmente peligroso. Si está entre -2 y 0, debe de ser sometido a un estricto seguimiento, pues sí podría producirse un impacto. Y si es mayor que 0, se trataría de un objeto preocupante.
Desde hacía 10 años no se observaba un asteroide con este nivel de peligrosidad, y la cosa no parecía mejorar con las observaciones registradas durante los siguientes 7 días.
No se atrevieron a difundir un comunicado oficial hasta tener más información. Necesitaban seguir observando al asteroide, pero la Luna interfirió su labor. Cuando nuestro satélite natural se retiró, los científicos reiniciaron sus observaciones.
Respirando con alivio
El telescopio Schmidt, del Observatorio de Calar Alto, en Almería, pudo observar con detenimiento al asteroide. Apuntaron hacia él y obtuvieron nuevos datos tranquilizadores.
La realidad es que el 4 de julio de 2023 este objeto pasará a unos 10 millones de kilómetros de la Tierra. El temido impacto no tendrá lugar.
Aunque se hubiese producido la colisión, el conjunto de nuestro planeta no habría estado en peligro. 2022 AE1 no es comparable al asteroide Chicxulub, que provocó la extinción de los dinosaurios. Probablemente habría provocado algunos daños en el lugar del impacto. Por suerte, ya no tendremos que preocuparnos por ello.