Es común infravalorar la importancia de tener un cuerpo alcalino, sobre todo, porque solemos pasar por alto las graves consecuencias que se generan cuando nuestro cuerpo tiene un pH ácido. Así, buscar el equilibrio y la alcalinidad de nuestro cuerpo es la mejor manera de conseguir una buena salud.
Una explicación sencilla
El pH de la sangre es el índice que mide su acidez o alcalinidad con una escala que va del 0 al 14, siendo 7,4 su nivel idóneo. Sin embargo, muchas veces, la contaminación ambiental, los malos hábitos alimenticios o el estrés alteran el pH y nos acidifican el cuerpo, lo que conlleva que la sangre robe los nutrientes que necesita de los restantes órganos vitales en un intento de compensar los desequilibrios.
En cierto modo, la sangre tiene como cometido evitar que el pH se mueva de 7,4, y para conseguirlo se encargará de «robar» minerales de donde haga falta. La consecuencia directa no es otra que la aparición de una serie de síntomas, como puedan ser: cansancio, dolores de cabeza, problemas digestivos, desmineralización de cabello y uñas, etc.
La gravedad de tener un cuerpo ácido
En caso de no ponerse remedio, un pH de la sangre ácido puede llevar a otro tipo de trastornos y de enfermedades graves, incluso al padecimiento de cáncer.
Para poder entender la importancia de lo descrito, basta con comparar el funcionamiento del cuerpo humano con el de un motor. Cuando el motor está ácido u oxidado, a veces cuesta ponerlo en marcha y se para con facilidad, mientras que si está alcalino o bien lubricado funcionará correctamente durante mucho tiempo.
Lo mismo sucede con el cuerpo humano, ya que necesita estar ligeramente alcalino (con el pH de la sangre por encima de 7) para encontrarse protegido con respecto a las diversas enfermedades. En cambio, el cuerpo ácido es un cuerpo enfermo o propenso a la enfermedad, porque la sangre, las células y los órganos vitales tienen que valerse en un entorno hostil y desequilibrado. Resulta muy importante señalar que el grado de acidez o alcalinidad de nuestro cuerpo lo marcan los líquidos que interactúan con la sangre en el intercambio de elementos orgánicos.

Cómo combatir la acidez
- Con la nutrición: dado que somos lo que comemos, conviene tomar alimentos alcalinos (ricos en potasio, magnesio y/o calcio) para evitar que la sangre tenga que apropiarse de los minerales de las células y de los órganos vitales. Así, son alimentos alcalinos: la patata, la lechuga, el pepino, las coles de Bruselas, las espinacas, las algas, el limón, las bayas de Goji, el aguacate, el ajo, el té verde, el jengibre o las almendras crudas. Por su parte, son alimentos ácidos: el café, el alcohol, las bebidas gaseosas, las frituras, el azúcar refinado, la harina blanca, los zumos envasados, el chocolate, la leche, la mermelada, la mayor parte de las frutas, la carne roja o el arroz.
- Con el ejercicio físico: ya que un cuerpo sedentario realiza sus funciones con mucha más lentitud. Es por eso que conviene practicar un deporte adaptado a la edad de cada persona y a su nivel de preparación, pues así se activa el metabolismo, se eliminan toxinas y el organismo funciona mejor.
- Con una ducha interior: pues resulta primordial depurar los residuos de nuestro cuerpo. Los tóxicos también nos acidifican, lo que convierte en importante el hecho de tomar infusiones naturales que faciliten la hidratación y el correcto drenaje.
- Con el equilibrio emocional: ya que el estrés emocional provoca que ciertas hormonas nos tensionen y dejen residuos en el organismo. Es necesario tener un estado de salud mental y emocional adecuado para tener un cuerpo alcalino.