El endotelio es un órgano esencial para nuestro organismo, no sólo por su función distributiva, sino por la gran variedad de patologías con la que está relacionado su mal funcionamiento.
El endotelio puede considerarse el órgano más grande del cuerpo humano. Para hacernos una idea, si pudiésemos extenderlo ocuparía la superficie de un campo de futbol, y su peso concentrado es aproximadamente de un kilogramo.
Está relacionado, directa o indirectamente, con todas las enfermedades que podamos llegar a sufrir a lo largo de la vida, y no es otra cosa que el conjunto de unos diez billones de células que recubren por dentro nuestras venas, arterias y capilares.
Fisonomía de unas células muy especiales
Las células endoteliales forman una monocapa, una especie de tapiz que recubre por dentro nuestro sistema vascular. Cada célula tiene unos 30 micrómetros de largo, 12 de ancho y unos 0,3 de alto. También tiene una polaridad apical – basal, o una distribución asimétrica de sus funciones.
Estas células secretan determinadas proteínas y mediadores químicos hacia la matriz extracelular (hacia el exterior de los vasos sanguíneos) y hacia el torrente de la sangre (interior de los vasos).
Hasta hace muy poco, se pensaba que el tejido endotelial tenía como única función contener la sangre, evitar que se saliese de los vasos sanguíneos, pero hoy sabemos que cumple otras muchas funciones importantes, es un órgano vital.
Sus mayores dificultades de investigación
Nos encontramos ante un órgano de difícil acceso, que no puede investigarse con las técnicas tradicionales (auscultarse, palparse o inspeccionarse). Tampoco existen marcadores que puedan informarnos de su estado a través de una analítica de sangre.
Por otra parte, las células endoteliales son muy heterogéneas, cada una tiene su propia identidad, y sus características pueden variar en el espacio y en el tiempo.
Funciones esenciales
A parte de transportar sustancias, señales y otras células por el organismo, posee importantes funciones reguladoras que requieren de comunicaciones a larga distancia entre las células hematopoyéticas circulantes y otras células vasculares. Con esto, ayuda a combatir la trombosis, la angiogénesis ydiversas inflamaciones, infecciones o problemas con el sistema inmunológico.
En 1998, Robert Furchgott, Ferid Murad y Louis Ignarro obtuvieron el Premio Nobel de Fisiología y Medicina, gracias a un estudio que estableció algunos mecanismos bioquímicos de la función del endotelio vascular.
Los investigadores aislaron una sustancia capaz de relajar las células musculares lisas de los vasos sanguíneos. Identificaron a la sustancia como óxido nítrico, un gas que, al disolverse en los fluidos biológicos, produce la citada relajación muscular y dilata al vaso sanguíneo.
La disfunción endotelial
La disfunción endotelial constituye, sin duda, el primer paso en la progresión de la arterioesclerosis. Su mecanismo predominante es el aumento de especies reactivas del oxígeno, que deteriora la producción de óxido nítrico.
Esta disfunción se da cuando el endotelio no cumple adecuadamente su cometido, produciéndose una dilatación exagerada de los vasos sanguíneos.
Cada vez se la relaciona más con la hipercolesterolemia, la hipertensión, la diabetes, el tabaquismo y un buen número de factores de riesgo de otras enfermedades cardiovasculares.