El sonambulismo es un trastorno muy conocido, pero que a su vez encierra muchas creencias falsas.
Hablar de sonambulismo es hacerlo de un trastorno que se da durante la fase de sueño profundo, y que hace que la persona afectada pueda caminar o realizar otros actos complejos mientras permanece dormida.
Es más común entre los niños que entre los adultos y se da con más posibilidades en las personas que no duermen lo suficiente. Esto es así porque el sonámbulo permanece profundamente dormido durante todo el episodio, resulta muy difícil despertarlo, y lo más común es que no recuerde nada al día siguiente.
Lo más habitual
Lo común es que las personas que padecen de sonambulismo,además de caminar dormidas, realicen otro tipo de actos, tales como sentarse en la cama, mirar a su alrededor, llegar a salir de la casa e incluso recorrer grandes distancias. Una leyenda urbana muy equivocada se basa en la creencia de que no se debe despertar a un sonámbulo, pero la realidad es muy distinta, ya que a veces se hace imprescindible despertarlo para evitar comportamientos extremos.
Entre un 1% y un 15% de la población mundial padece episodios de sonambulismo, que pueden volverse comunes y persistentes en la edad adulta. La prevalencia más alta se da en niños de cinco a doce años, sobre todo si padecen apneas obstructivas del sueño. También es común entre niños que mojan la cama o en niños que sufren episodios de terrores nocturnos. El componente hereditario igualmente resulta determinante.
Causas del trastorno
Como ya se ha mencionado, el sonambulismo es una alteración del sueño profundo, concretamente de la fase REM (MOR), o de movimiento ocular rápido. Cada noche, las personas pasan por varios ciclos de sueño desincronizado y de sueño sincronizado profundo, y es en este último caso cuando suelen darse los episodios de sonambulismo. El trastorno se da en las primeras horas de la noche (fases III y IV del sueño), resultando menos frecuentes durante el sueño desincronizado.

Aunque no se conocen las causas del sonambulismo,se sabe que están asociadas a la fatiga, a la falta de descanso y a la ansiedad. Cuando hablamos de adultos, intervienen factores como la ingesta de alcohol, tomar sedantes u otro tipo de medicamentos, padecer determinadas afecciones médicas o sufrir de trastornos mentales.
En los ancianos el sonambulismo puede ser un síntoma del síndrome psicorgánico. Por el contrario, en los niños suele ir disminuyendo a medida que crecen.
Unos síntomas más complejos de lo que pudiera parecer
El síntoma más visible del sonambulismo consiste en que la persona dormida es capaz de caminar y de realizar actos complejos. Llega incluso a vestirse y a conducir un vehículo. El episodio puede ser muy breve (unos segundos o escasos minutos), aunque también puede durar 30 minutos o más.
Lo habitual es que la duración del episodio sea inferior a los diez minutos, concluyendo con el retorno del sonámbulo a su cama, si no se le perturba. Sin embargo, existen situaciones en las que termina quedándose dormido en un lugar distinto o poco usual.
Las características más comunes del sonambulismo son muy conocidas. Así, las personas se muestran confusas y desorientadas cuando se despiertan durante el episodio, y suelen tener una expresión facial ausente y los ojos abiertos mientras duermen.
También pueden realizar una actividad detallada de cualquier tipo durante el sueño, y se despiertan con un comportamiento agresivo si el episodio es interrumpido bruscamente. En cambio, si se despiertan ya de mañana, lo más habitual es que no recuerden nada de lo sucedido.
El sonámbulo es capaz de parecer despierto cuando está dormido, e incluso es capaz de hablar, aunque diga frases incoherentes.
Toda prevención es buena
La mayoría de las personas que padecen sonambulismo no requieren de ningún tratamiento específico, aunque en algunos casos los tranquilizantes de corta duración han ayudado a disminuir los episodios.
Ya hemos citado que es un error pensar que no se puede despertar a un sonámbulo mientras duerme, pues cómo máximo lo único que éste experimentará será una sensación de desorientación y desubicación al tomar conciencia de lo que está pasando.
Igualmente es falsa la creencia de que las personas que sufren un episodio no pueden lastimarse mientras caminan dormidas, ya que los sonámbulos se lesionan con frecuencia mediante tropiezos y pérdidas de equilibrio. Unas buenas medidas preventivas consistirán en quitar obstáculos del camino o en dificultad el acceso a la realización de actividades peligrosas. Por ejemplo, esconder las llaves del coche o cerrar con varias vueltas las puertas de acceso al exterior de la casa.
Es importante limitar, en la medida de lo posible, que el sonámbulo pueda manipular objetos punzantes, enchufes o llaves del gas. También podríamos citar como medidas preventivas: el control del consumo de alcohol, evitar el cansancio excesivo y el insomnio, y combatir trastornos asociados como la ansiedad y el estrés.
En la mayoría de los casos no será necesario acudir al médico, salvo cuando se den otro tipo de síntomas, si los episodios son persistentes o cuando el sonámbulorealice actividades peligrosas.