Los neuro-magos son verdaderos especialistas en aprovecharse de esos recursos especiales que brinda la neurología.
Son muchas las ocasiones en las que creemos elegir algo al azar, pero realmente no lo estamos haciendo. Esto ocurre porque nuestro cerebro, siguiendo mecanismos no conscientes, pone en juego elecciones guiadas por un determinado orden de preferencias en el que todos los humanos, o por lo menos la mayoría, solemos coincidir.
Estamos hablando de uno de los aspectos más curiosos estudiados por la neurología y que, muy a menudo, es utilizado por los neuro-magos.
Para saber de qué estamos hablando, recurramos a un par de ejemplos o casos prácticos.
Caso práctico primero
Podemos probarlo proponiendo a otra persona que elija rápidamente un número entre el 1 y el 10, para después anotarlo en un papel. Nosotros fingiremos adivinar el número diciendo que el escogido es el 7. En un 80% de los casos habremos acertado y, en el supuesto de que fallemos, siempre cabe la posibilidad de decir que sabíamos que el número escogido era el 3 o el 8, con lo que aseguramos el acierto casi al 100%.
¿Estamos ante un caso real de adivinación?
Naturalmente que no. Lo que sucede es que el cerebro de la persona a la que hemos preguntado sigue determinados patrones, comunes a la mayor parte de los seres humanos, y si nos vemos obligados a elegir un número entre el 1 el 10, sin apenas tiempo para pensar, lo normal es que nuestra mente, de forma subconsciente, haga los siguientes descartes:
- No admitir los números 1 y 10 por estar en los extremos y por no tener muy claro si deben incluirse entre los elegibles o no.
- No contemplar los números pares, porque considera que son más fáciles de adivinar que los impares.
- Entre los impares, descartar al 5, pues ocupa la posición central en la lista de los elegibles y el cerebro suele asociar eso con su fácil adivinación.
- Entre los números que restan, el ser humano, a través de su historia y de las diversas civilizaciones, inconscientemente ha tenido preferencia por el número 7 y en segundo lugar por el 3, siendo el 8 el único par que se cuela en la lista de los preferidos, aunque en tercera posición.
Caso práctico segundo
En esta ocasión imaginemos que le pedimos a otra persona que elija un número entre el 1 y el 50, pero que cumpla con las siguientes condiciones.
- Que tenga dos dígitos.
- Que ambos dígitos sean impares.
- Que el segundo dígito sea mayor que el primero.
De las siete combinaciones posibles (13, 15, 17, 19, 35, 37 y 39) el 80% de las personas optarían por el número 37, que curiosamente está compuesto por los dos números más preferidos del caso anterior.
Conclusión
Todo lo descrito sucede porque el cerebro humano toma sus decisiones, hipotéticamente aleatorias, muchas veces guiado más por las sensaciones que por la racionalidad.
Un buen ejemplo lo tenemos cuando vamos a comprar un décimo de lotería y nos dan a elegir entre el número 000001 y el 24756. Más de un 99% de los potenciales compradores optarían por el segundo número, antes que por el primero, bajo la falsa creencia (sólo visual) de que tienen más posibilidades de ser agraciados con el primer premio. En realidad, ambos tienen las mismas posibilidades.