Un consumo de insectos saludable

La inclusión del consumo de insectos ha iniciado su andadura en la dieta europea, gracias a un nuevo Reglamento que ha entrado en vigor en 2021.

Desde hace poco, la Unión Europea ha autorizado el consumo del primer insecto para la alimentación humana, y esto ha potenciado el debate sobre la entomofagia, o consumo de insectos. Las posturas son encontradas entre quienes defienden las ventajas que acarrea su consumo y quienes destacan los peligros que su ingesta puede entrañar para nuestro organismo.

Un alimento más común de lo que parece

En la actualidad, hay cerca de 2.000 especies de insectos catalogadas para el consumo humano, pero tradicionalmente se ingieren en países de África, América, Asia y Oriente Medio. Este es el caso de los saltamontes fritos en Tailandia o, por poner otro ejemplo, de las larvas de avispa en Japón.

Sin embargo, en la Unión Europea, el consumo de insectos enteros, o de parte de ellos, ha estado vetado por las autoridades hasta el Reglamento Europeo 2015/2283, relativo a los nuevos alimentos, que ha regulado su consumo.

A la decisión, han contribuido aspectos nutritivos, toxicológicos o microbiológicos. Y se ha materializado con la aprobación este año, por parte de los Estados miembros de la UE y siguiendo una propuesta de la Comisión Europea, de la comercialización de la larva del gusano amarillo de la harina (Tenebrio molitor).

Gusano amarillo de la harina

El consumo de esta larva está permitido de forma directa o como ingrediente de elaboración de embutidos o de productos de panadería. También se puede comercializar como alimento para animales.

Ventajas del consumo de insectos

El consumo de insectos proporciona un alto valor nutritivo para el organismo, sobre todo en lo que se refiere al aporte de proteínas con gran valor biológico (que se absorben con mucha eficacia). También es significativo su alto valor en ácidos grasos monoinsaturados y poliinsaturados.

Son ricos en minerales como el magnesio, cobre, selenio, fósforo, hierro, zinc y manganeso. Igualmente, contribuyen a nuestro organismo con una gran variedad de vitaminas (biotina, riboflavina, ácido pantoténico y ácido fólico).

Las ventajas ambientales que se desprenden de la ingesta de insectos también son considerables, ya que su producción requiere de menos terreno y agua que los necesarios para la crianza de otro tipo de seres vivos. Por supuesto, otra cosa son las reticencias culturales que los europeos tenemos hacia al consumo de «bichos», pero factores como éste pueden ir superándose con el paso del tiempo.

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