Un reciente estudio ha demostrado que los perros sienten un visible duelo ante el fallecimiento de un compañero canino.
La muerte de un perro puede ser muy dolorosa para sus dueños, pero un estudio en Italia adelanta que otros perros también pueden verse muy afectados por la pérdida, experimentando un comportamiento que tiene mucho que ver con el duelo.
Ya sabíamos que los perros son capaces de afligirse. Se conocen relatos de perros que lloran la pérdida de un compañero, son hechos muy comunes, pero no resulta nada sencillo conocer el estado emocional de un perro, pues corremos el riesgo de antropomorfizar a nuestras mascotas.
Una curiosa investigación
Una investigación, publicada en Scientific Reports y perteneciente a un grupo internacional de científicos, ha descubierto que los perros tienen comportamientos consistentes con el duelo. Sin embargo, se admite que no se sabe con certeza si se trata de duelo real.
El artículo, en el que ha participado la psicóloga Stefania Uccheddu de la Universidad de Padua, aconseja que seamos sensibles a las necesidades de los perros de luto, buscando comportamientos efectivos para consolarlos, a medida que se adaptan a superar su dolor.
Unos resultados sorprendentes
Los investigadores de la Universidad de Milán y de varias otras instituciones, encuestaron a 426 dueños de perros en Italia. Les pidieron que vigilaran los cambios en sus perros tras la muerte de otro perro en el mismo hogar.
Un 86% de los encuestados informaron de cambios negativos en su perro, que se mostraron muy alterados, al menos superficialmente, parecían estar muy dolidos.
El resultado no pilló de sorpresa, pues muchos animales exhiben comportamientos de duelo, como es el caso de los chimpancés, los elefantes, las aves y las orcas.
Los encuestados tenían un perro que falleció mientras tenían al menos otro perro en la misma casa. El 66% perdió a su perro un año antes de completar la encuesta. Se documentaron los cambios en el comportamiento del perro sobreviviente después de la muerte, y también la relación previa entre los dueños y los perros.
El 93% de los perros estudiados vivió con otro perro durante más de un año, mientras que casi el 70% de los propietarios reconocieron que tenían una relación como mínimo amistosa con sus perros.
Aproximadamente un tercio de los propietarios dijo encontrar cambios en el perro superviviente que duraron entre dos y seis meses, una cuarta parte dijo que duraron más de medio año. En cuanto a los comportamientos, el 67% de los perros buscaban más atención, un 57% jugaban menos, el 46% eran menos activos, el 35% dormían más y tenían más miedo, el 32% comían menos y el 30% lloraban y ladraban más. Curiosamente. La cantidad de tiempo que los perros pasaban juntos no influyó en los resultados.